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El arte maldito de Steinman

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Bioteknos's avatar
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El buen arte, así como la buena música, son universales. Y nada más universal que el arte producido por el alma sensible de mi querido amigo;  el olvidado  Milton Steinman.
Millones de alabanzas eran comunes dentro de la pequeña burbuja de snobs que le seguían como rémoras intelectuales, buscando despojos de su popularidad para tener una existencia más allá de la media, aún si eso significaba no tener una identidad propia. Pero mi amistad con él era muy distinta; es más, me atrevo a decir que fui su amigo más entrañable.

Cuando me refiero a que Steinman era muy cercano a mí, no lo digo con frivolidad, sino al contrario. Para la fecha en que nos conocimos, ya era un respetado pintor, ‘El Andy Warhol de nuestra década’ según los críticos… quien, sin embargo, no era más que un simple drogata atrás de la galería en la calle Armand, donde solíamos encontrarnos para fumar marihuana y consumir LSD. Él me sacó de las calles, ofreciéndome un trabajo como su guardaespaldas a cambio de conseguirle siempre las mejores sustancias, luego de que su proveedor anterior hubiera sido arrestado por… digamos que cosas relacionadas con su oficio pero no con mi amigo.

De su  arte, poco puedo decir que no hubiera sido antes comentado. El uso tan desinhibido del color en sus trabajos era únicamente superado por su maravilloso juego de sombras, que daba una profundidad casi realista a cada centímetro de tela pintada. Todas sus maravillosas creaciones suyas parecían tan vívidas que incluso llegaron a causar crisis nerviosas en algunos asistentes a las galerías donde eran presentadas.

Cada sábado, como era costumbre, Milton y yo nos refugiábamos en su casa y consumíamos sustancias hasta la media noche del domingo. No era nada del otro mundo, y menos viniendo de un artista con su genialidad, la cual jamás podría ser potenciada a menos que algún agente químico o infernal estuviese involucrado, sin embargo, ese día, Milton llegó con algo más que sólo unas píldoras y plantas.

-“Es la sustancia más difícil de conseguir en el mundo –Me dijo con emoción mientras me mostraba una caja oblonga con extraños símbolos llenos de profanidad-. Es miel humana.”

Me explicó entonces el proceso. En la antigüedad existía un ritual macabro pero noble, en el cual una persona voluntariamente comería únicamente miel por mil días, hasta que incluso sus desechos sean exclusivamente miel, luego era metido a un sarcófago lleno de la misma sustancia y dejado fermentar por cerca de un siglo. Había escuchado rumores, pero lo que me dijo después era aún más desconcertante.

-“Sin embargo, querido amigo, esta no es miel humana voluntaria –Mientras decía esas palabras, podía sentir cómo los cabellos en mi nuca y mi alma se estrujaba al interior de mi ser, suplicándome huir de allí-. Esta miel se hizo con un hombre maldito, cuyas manos estaban llenas de sangre inocente y profanidades tan horrendas que han sido borradas de los anales de la historia y el lenguaje…O eso me dijo el vendedor.”

-“¿La has probado ya? -Le pregunté, temiendo saber de antemano su respuesta-.”

-“Sí. –Noté cierto temor en sus expresiones-. No he podido conciliar el sueño gracias a que
probé esta cosa cuando me inicié en las artes. Si vieras lo que yo encuentro cada que cierro los ojos y pierdo la consciencia de este mundo, comprenderías a que me refiero… Afortunadamente, existen las píldoras para dormir; gracias a ellas he logrado reponer mis energías sin soñar.”

Me contó entonces lo que había ocurrido primera vez que probó esa miel. Se encontraba en un lugar oscuro, mas no amenazador, donde  mientras caminaba para buscar una salida, entró repentinamente en la noción de que todo era un sueño y que por ende, lo más conveniente sería recordar cada imagen lo más vívida posible, con el fin de generar alguna obra de arte onírica, pero grande fue su sorpresa al percatarse de que sólo había frente a él un hombre, quien le ofreció ver la realidad en todo su esplendor, sin ataduras religiosas o científicas; cosas más allá del raciocinio humano, aunque le aclaró que al aceptar, no habría vuelta atrás…

Me describió la magnificencia ante la que fue presentado; el universo en su infinita magnitud, las nebulosas, los planetas, las estrellas, cosas incluso aún no clasificadas por el ser humano, todas reducidas a la ínfima potencia cada vez que el tiempo avanzaba, incluso cómo este último se veía sobrepasado por la imponencia de la materia y la energía en conjunto… pero súbitamente se detuvo.

-“Amigo mío –Me dijo-. Lo que tú has visto no es nada comparado a lo que yo presencié; el problema es que hubo cosas allí que no puedo ni quiero describirte; cosas que te llevarían a la locura.”

Luego de decirme eso, me dio la caja y me suplicó que cuando muriese,  la vaciase y enterrara, sin ceder a la tentación de probar su contenido.
-Te la doy a ti, porque sé que si algo me pasa, los curiosos pueden hallar la miel y lo que he visto, te juro por lo más sagrado que tengas, no lo deseo a nadie. –Su voz se estaba entrecortando-. También porque sé que serás la única persona fiel a mi súplica y no cederás
a la tentación por mancillar mi memoria.”

Supe entonces que planeaba irse a Japón un par de semanas y de hecho supuse que tenía miedo de morir en el vuelo.

En el país del Sol Naciente presentó un espectáculo audiovisual titulado 'Heliogábalo', donde al ritmo de 'Así habló Zaratustra' de Strauss, pintaba las paredes de una habitación en blanco ante un público selecto y mostraba cosas de una belleza superior a cualquier cosa antes presentada incluso por él mismo. La presentación finalizaba con él arrojando pétalos de rosas y violetas a su audiencia,  a manera de alegoría hacia el cuadro de Alma-Tadema 'Las Rosas de Heliogábalo'.

Era bueno tener un fin de semana sobrio, para  variar. Tenía que ir a la galería de la
calle Armand, donde Milton exhibiría el total de su obra por única ocasión, incluido el espectáculo para los japoneses.

Sin embargo, no podía evitar sentirme perseguido por algo invisible;  cada lugar hacia donde me dirigía generaba una sensación de pánico. Al salir para la galería, las cosas no mejoraban; cada dos minutos parecía perder la memoria, por lo que vivía en un pánico constante al no saber si estaba cayendo hacia la locura. No pasó más de una hora cuando decidí contratar a alguien por teléfono para que terminara los preparativos y me permitiera recluirme en casa.

Ese día sólo recibí dos llamadas. Una era de las personas que contraté, quienes me confirmaron que el trabajo estaba hecho y la galería estaría cerrada hasta el día del magno evento; y la otra llamada, que era de un aterrado Milton Steinman, quien, apenas bajado del avión, me exigió vernos un día antes de la presentación en la sala principal donde ésta se realizaría.

Acepté de muy mala gana, pues la verdad es que no quería arriesgarme a salir con estas cosas pasando por mi cabeza; tanto tiempo consumiendo drogas me enseñó a cuidarme justamente delos problemas que puede causar el confundir objetos peligrosos reales con ilusiones, pero por la amistad que tenía con él, decidí ir.
El taxi me dejó una calle antes del lugar y tuve que caminar. Cuando entré, me encontré sorprendido ante lo que estaba frente a mí. Era Steinman, rodeado por sus cuadros dentro de la habitación en blanco, pintando una rosa roja tan vívida que era posible captar su aroma aunque fuese por un segundo antes de percatarse de la vulgaridad en la pintura… En el fondo del lugar se escuchaba una melodía interpretada por un violín tan excelsa que es imposible siquiera describirla.

Cerré los ojos para disfrutar mis primeros minutos de cordura en días, cuando repentinamente sentí unos labios besándome… Cuando abrí los ojos molesto y asqueado, pude percatarme de que no había sido Milton, sino una mujer, quien estaba tocando el violín, mientras que él pintaba cosas tan hermosas e indescriptibles como la realidad misma. Por un momento su arte me describió el sentido de la vida, la naturaleza del átomo, la colisiones en el universo, el fin de la vida y la muerte, mientras la música iba incrementando poco a poco su intensidad… veía como sus maravillosas obras comenzaban a cobrar vida -incluso aquellas que estaban en los marcos y pertenecían a trabajos previos-, tomando una vitalidad inaudita incluso para los aquellos que en realidad existimos; moviéndose al rimo impuesto por la joven mujer violinista, hasta que el pintor terminó y dirigió su rostro hacia mí.

-“Amigo mío, lamento que me tengas que ver así, pero ya no soporto más esto –Me dijo, mordiéndose el labio, con los ojos llorosos y la voz entrecortada-. Quiero Dormir por última vez, aunque sea dentro del infinito”.

Repentinamente las cosas comenzaron a cambiar; los cuadros sublimes ahora transpiraban una maldad desconocida, el hermoso mural viviente iba poco a poco transformándose en una blasfema aberración con cuernos, miles de bocas y ojos, todos dirigidos hacia mi amigo. La música había cambiado también, así como su intérprete quien ahora únicamente era una sombra difusa emitiendo sonidos que poco a poco iban convirtiendo los miembros del artista en una sustancia gris que se difuminaba lentamente con la pintura en la pared… Entre sus gritos de dolor, forcejeos desesperados y la horripilante escena que me rodeaba, me vi a mi mismo totalmente petrificado e incapaz de siquiera emitir un grito, hasta que perdí la poca consciencia que me quedaba.

No sé cuánto tiempo pasó, pero el hecho es que cuando abrí los ojos, me sorprendí al encontrarme tumbado en la calle, con la ropa hecha jirones y varias heridas que aparentaban haberse cerrado hacía mucho tiempo.

Entré a la galería y pregunté si sabían algo de mi amigo, pero dijeron no conocerle.  Nadie aparte de mí recordaba a Milton Steinman, al punto de que me comencé a preguntar si todo había sido una invención mía… Esa pregunta se respondió cuando al llegar a casa vi la caja con los caracteres que había prometido enterrar.

No lo hice; la quemé. Ojalá pudiera hacer eso con los recuerdos de mi mejor amigo; una persona que luego de ese día, nunca existió.
Sadly, because I have not enough time, my short tales are only in Spanish, but if somebody thinks they are good, counts with my approval to translate them... but respect my autorship ;) (Wink)

Bueno; regresa uno de mis relatos (creo que es el primero en el año)...En realidad es más viejo que los últimos publicados, dado que va para un año y medio que lo escribí para el Concurso de cuento Panamericano y me llevé el tercer lugar :dumy: Igual que en otros casos, he subido la versión cruda y sin ediciones de terceros, por lo que si han llegado a ver el libro y el relato, notarán que el final fue modificado (edulcorado, debo decir... ya que no podía ser un final típico mío por aquello del estilo ) y que hace falta la cita de Francisco de Goya (además de cambiar el título tan pretencioso que le puse al participar de "Damnatio memoriae"  por el que siempre me gustó: "El arte maldito de Steinman")... aún así espero que les guste :meow:

La imagen es mía pero ni al caso, la hice meses antes de empezar el relato XD

Ya saben; comentarios, críticas, faves y sharings son siempre bien recibidos y me ayudarán amejorar para darles mejor contenido ;)
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Ambar51chick's avatar

¡Lo disfruté tanto!

Te ha quedado espléndido.